viernes, 1 de marzo de 2013

“Un tipo al piano y la lluvia sobre la claraboya, en fin, literatura”



Me lleno la cabeza de estas y otras ideas absurdas de un pibe llamado Horacio Oliveira y me convenzo aunque no debiera de que tiene razón y de que la literatura es eso, un jazz a medias y un vodka entero y si hay suerte lluvia en la ventana y no hablar de Flaubert como si de verdad lo conociera o hacer que tengo ochenta y uno y no dieciocho años y que la historia ha pasado por mi y que la conozco por eso y no porque me la haya contado un payaso o mi profesor que para el caso patatas y otros tubérculos. Y que la literatura sólo la entendemos como la jazzología, una ciencia “facilísima después de las cuatro de la mañana. Desaconsejable para señores y clérigos”, a fuerza de desparramarse y mostrarse receptivo y esponjoso en una manta esquimal, y en una esquina bebido por completo con la Maga en un horizonte bastante lejano por el humo y el vodka, y hacerse esas preguntas de Vicente Gallego y seguro resolverlas aunque no tengan ningún sentido pero por lo menos buscarles respuesta y no aprender unas posibles que ojo como discutas y ojo como alteres y ojo porque suspendes.
Me retiro pues al estudio figurativo y contemplativo de este arte porque hay mamá como pretendas perder el tiempo en entenderlo.  

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