Hay
días en los que la tierra huele a soledad y el asfalto a causas
perdidas.
El cielo viene de otros tiempos y entre yo y el mundo se alza un silencio sordo de aire tibio.
Los recuerdos asedian desde el gris de las nubes como amenazando con volver para desmontarte la vida.
Y lo tendrían fácil,
ni siquiera sostenerse tan a media altura, un dejarse caer desolador e irrefrenable.
Sin embargo no es lo horrible saber que el pasado puede desparramarse sobre ti e inundarte la vida de nuevo; lo terrible es notar tus pies hundidos en la tierra y las manos arañando el asfalto y un grito de ayuda que se entibia enmudecido bajo el aire.
El cielo viene de otros tiempos y entre yo y el mundo se alza un silencio sordo de aire tibio.
Los recuerdos asedian desde el gris de las nubes como amenazando con volver para desmontarte la vida.
Y lo tendrían fácil,
ni siquiera sostenerse tan a media altura, un dejarse caer desolador e irrefrenable.
Sin embargo no es lo horrible saber que el pasado puede desparramarse sobre ti e inundarte la vida de nuevo; lo terrible es notar tus pies hundidos en la tierra y las manos arañando el asfalto y un grito de ayuda que se entibia enmudecido bajo el aire.